Algunas veces, de tantos cigarrillos se nos va el hambre. Otras, de tantos besos. También el sueño se va, se deshace en tus ronquidos, y yo, que cuento el ritmo de tu respiración, me pregunto cómo respirarás con tanto humo y tantos besos. Con besos te tapo mientras tus ojos no me ven. Y la noche se hunde en ese hueco mínimo que queda entre vos y yo.
Yo me hundo con ella.
Me gusto mucho.
ResponderEliminar